domingo, 13 de septiembre de 2015

Presentación de DIEZ VARIACIONES SOBRE EL AMOR (Parte 1)


 A ver, ¿cómo decirlo? Fue una reunión soñada. No sólo por la enorme cantidad de amigos (a los que hay que agregar aquellos que no pudieron participar pero nos hicieron llegar su apoyo), sino por el grado de compromiso y, sí, por el amor que había en ese lugar...

 Como la crónica de esta presentación va a merecer varias entradas, quiero iniciar con un pequeño regalo: el párrafo del cuento "Pterhumano" que sirvió para dar una muestra del libro (con todo y la imagen de fondo y el sonido ambiente que usamos durante la lectura).



"Jeroen contemplaba la delicada taza de porcelana que sostenía entre sus emplumadas manos. El gris perla de sus dedos enmarcaba el antiguo color crema ya cuarteado, así como la decoración en suaves tonos verde pastel rematada por un borde dorado. Silbó unos trinos cortos. Breves paquetes sonoros que se agrupaban de a tres: dos graves y un agudo.
    Estaba sentado en la mesa de su nido, al lado de la ventana. Las paredes marrón rojizas de la casa de terracota le recordaban las construcciones de los horneros o las nidadas de algunas golondrinas. No las de su propia especie de origen.
     Se había dejado puesto únicamente el bóxer para poder acicalar sus plumas con cuidado.
   El aroma a naranjas y uvas, proveniente del mercado, le llenaba el alma con sueños de libertad.
   Apuró el té de arándanos y dejó la taza sobre el platito. El ruido límpido de la porcelana golpeando contra porcelana se le antojó una puerta, un escape.
  Cerró sus perfectamente redondos ojos castaños, y empezó a limpiarse las apretadas y pequeñitas plumas que recubrían por completo su cuerpo de humano. Sólo su cabeza era la de un pájaro, y era imponente.
    Primero se acicaló las plumas grises de su espalda y brazos, y las grises y negras de sus dedos. Luego, limpió con cuidado el blanco níveo de su tórax, su cuello, su vientre y sus piernas. Entonces se puso de pie, caminó hasta el espejo oval que pendía sobre el pequeño clavicordio, y se peinó las plumas de un rojo anaranjado encendido que cubrían su cara, descendían en un agudo triángulo hasta su esternón, y se prolongaban en una aristocrática cresta sobre su cabeza. 
    El pico, blanquecino y flexible, sonrió primero con orgullo, y luego con abatimiento.
    Se dio vuelta e ignoró el espejo. Su vista se perdió en la única ventana de su nido. La luz de la tarde no llegaba a ser dorada, sino apenas de un almíbar sucio y deslucido. Jeroen volvió a su silla —la única que tenía— e intentó mirar el horizonte que los demás edificios del Barrio de Porcelana le ocultaban.
  Los pedacitos de platos, copas y tazas rotas decoraban, con sus polícromos y complejos diseños, las fachadas de las casas de tres plantas, brillando en miles de colores cuando la luz incidía sobre ellos. Ya fuera la ajada y seca luz del sol, la húmeda y esplendente luminiscencia de las dos lunas, o las humildes pero bellas luces de las farolas de papel que pendían en las calles y sobre las puertas.
   Jeroen apoyó su cara sobre una mano, se inclinó un poco para recibir uno de los últimos rayos del sol, y volvió a silbar. Tres trinos, dos graves, uno agudo."

* * *

Seguiremos con estas crónicas soñadas (fotos, audios y unos videos imperdibles).



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